viernes, 15 de febrero de 2008

Guilhem de Petieu

Haré un poema sobre absolutamente nada.

Haré un poema sobre nada:
no tratará de mí ni de ninguna otra gente;
no tratará de amor ni de juventud,
ni de ninguna otra cosa,
habrá sido compuesto mientras dormía,
sobre un caballo.

Ignoro la hora en que nací,
no estoy alegre ni triste
no soy huraño ni agradable,
y no puedo ser de otro modo,
pues así fui marcado por la noche
en la alta montaña.

Ignoro cuándo estoy dormido
y cuando estoy despierto, sino me lo dicen;
por poco no se me parte el corazón
por una pena amorosa;
no doy por todo, el precio de una hormiga,
¡por San Marcial!
Estoy enfermo y creo morirme;
no sé nada más que lo que oigo decir.

Buscaré médico según mi deseo,
pero no conozco ninguno que me valga;
será buen médico si me puede curar,
pero no lo será si empeoro.

Tengo amiga, no sé quién es:
nunca la vi, por mi fe,
ni hizo nada que me agradara o pesase
y no me preocupa:
nunca hubo abundancia
en mi casa.

Nunca la vi y la amo mucho;
nunca obtuve de ella favor, ni me ofendió;
cuando no la veo, poco me importa,
no lo precio un gallo:
pues sé de una más gentil y hermosa
y que vale más.

Ignoro dónde vive,
si es en montaña o en llano;
no digo lo injusta que me es,
sino que me callo;
me pesa que se quede aquí,
por eso me voy.

Ya he hecho el poema sobre nada;
lo enviaré a aquel
que por medio de otro la transmitirá
al Petieu,
para que mi dama me envíe la contrallave
de su estuche.

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