Aquel momento que flota
nos toca de su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.
Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.
Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron
y las hay que llenan todo
nuestro universo.
Y no es posible librarse
de su recuerdo.
jueves, 21 de febrero de 2008
miércoles, 20 de febrero de 2008
Junot Díaz, Alma
(No es un poema, pero como sí. Extraido de HermanoCerdo19, que ya se puede encontrar aquí)
Alma es estudiante de Mason Gross, una de esas alternatinas que escuchan a Sonic Youth y leen comics, sin las que jamás habrías perdido tu virginidad. Creció en Hoboken, parte de esa comunidad Latina a la que le quemaron el corazón en los ochenta, dejando en llamas sus apartamentos. Se pasó casi todos los días de su adolescencia en el Lower East Side, pensando que siempre sería su hogar, pero entonces NYU y Columbia dijeron nyet, y terminó aún más lejos de la ciudad que antes. Está en su etapa de pintora, y la gente que pinta es toda color moho, como si los hubiesen arrastrado desde el fondo de un lago. Su última pintura era de ti recostado contra la puerta de entrada: tanto tu mala cara y esa mirada de tuve-una-jodida-niñez-tercermundista-y-todo-lo-que-saqué-fue-esto, eran reconocibles. Te puso un antebrazo enorme. Te dije que iba a poner los músculos. En las últimas semanas, ahora que llegó el calor, Alma abandonó el negro, empezó a ponerse esos ligeros vestiditos que parecen hechos de papel; no bastaría más que una ventisca para desvestirla. Dice que lo hace por ti: Estoy reclamando mi herencia Dominicana (lo que no es del todo incierto-hasta está aprendiendo español para poder lidiar con tu mamá), y cuando la ves por la calle, figureando, figureando, tú sabes exactamente lo que cada prieto que pasa está pensando. Todas las semanas se encontraban en las fiestas latinas del DownUnder en New Brunswick. Ella nunca iba a esas fiestas, la arrastraba su mejor amiga del bachillerato, Patricia, quien todavía escuchaba a TKA, y así fue que tuviste oportunidad de atacar mientras, como dicen tus panas, la popola estaba encendía.
Alma es flaca como un palo, tú un bloc adicto a los esteroides; Alma adora conducir, tú los libros; Alma tiene un Saturn (se lo compró su papá que es carpintero y que sólo habla Inglés en la casa), tú no tienes ni un punto en la licencia; Alma tiene las uñas demasiado sucias para cocinar, tu espagueti con pollo es el mejor del país. Son tan diferentes-voltea los ojos cada vez que pones las noticias y dice que no soporta la política. Ni siquiera se llama a sí misma Hispana. Se jacta con sus amigas diciendo que eres un “radical” y un verdadero Dominicano (aunque en el Índice del Plátano tú no ranqueas, y Alma es la tercera Latina con la que realmente has salido). Te jactas con tus panas de que ella tiene más discos que todos ellos juntos, que dice unas terribles vainas de blanquita cuando están singando. Es más audaz en la cama que otras muchachas que has tenido; en la primera cita te preguntó si querías venirte en sus tetas o en su cara, y tal vez durante tu entrenamiento de hombre no te llegó ese memo, pero le dijiste, como que, hmm, en ninguno. Y al menos una vez a la semana se arrodillaba en el colchón frente a ti y, con una mano tirando de sus oscuros pezones, se tocaba, y no te dejaba que la tocaras, los dedos cepillándole la semilla y su cara de desesperada y furiosa felicidad. Le encanta hablar cuando se pone de sucia, también, susurrar, Te gusta mirarme, verdad, te gusta oír cuando me vengo, y cuando se viene suelta un gemido largo y demoledor y sólo entonces te deja que la abraces mientras se limpia los dedos en tu pecho. Esa soy yo, te dice.
Sí—es uno de esos casos de opuestos que se atraen, del mejor sexo, de no pensar. ¡Es maravilloso! ¡Maravilloso! Hasta que en junio Alma descubre que también te estás tirando a una muchachita preciosa de primer año llamada Laxmi; descubre que te estás tirando a Laxmi porque ella, Alma, la novia, abre tu diario y lo lee. (Oh, ella tenía sus sospechas.) Te espera en el pórtico, y cuando llegas en su Saturn y ves tu diario en su mano se te cae el corazón como un gordo bandido en la trampa del verdugo. Te tomas tu tiempo apagando el carro. Te sobreviene una tristeza pelágica. Tristeza de ser atrapado, de la incontrovertible certeza de que nunca te perdonará. Miras fijamente sus piernas increíbles y entre ellas, a esa aún más increíble popola que has amado de manera tan inconstante estos últimos ocho meses. Sólo cuando empieza a aproximarse furiosa, decides salir. Bailas por el césped, impulsado por la última chispa de tu atroz sinvergüencería. Hey, muñeca, le dices, prevaricando hasta el final. Cuando empieza a gritar, le preguntas, Mi amor, ¿qué es lo que pasa? Te dice:
Mamagüebo
Punk motherfucker
Fake-ass Dominican.
Asegura:
Que lo tienes chiquito
Que no tienes pene
Y peor aún que te gusta la popola con curry.
(Lo que es realmente injusto, tratas de decirle, porque Laxmi es técnicamente de Guyana, pero Alma no te escucha.)
En lugar de bajar la cabeza y aguantar como un hombre, recoges el diario como si fuese un pañal de bebe cagado, como un condón recién explotado. Le das un vistazo a los pasajes ofensivos. Entonces la miras y sonríes una sonrisa que tu cara hipócrita recordará hasta el día que te mueras. Bebé, le dices, bebé, esto es parte de mi novela.
Así es como la pierdes.
Tienes una novia que se llama Alma, con un largo y delicado cuello de caballo y un gran culo dominicano que parece existir en una cuarta dimensión más allá de los jeans. Un culo que podría sacar a la Luna de orbita. Un culo que a ella nunca le gustó hasta que te conoció. No pasa un día en que no quieras presionar tu cara contra ese culo o morder los delicados tendones de su cuello. Te gusta como ella tiembla cuando lo muerdes, como se resiste con esos brazos tan flacos que parecen salidos de un after-school special.
Alma es estudiante de Mason Gross, una de esas alternatinas que escuchan a Sonic Youth y leen comics, sin las que jamás habrías perdido tu virginidad. Creció en Hoboken, parte de esa comunidad Latina a la que le quemaron el corazón en los ochenta, dejando en llamas sus apartamentos. Se pasó casi todos los días de su adolescencia en el Lower East Side, pensando que siempre sería su hogar, pero entonces NYU y Columbia dijeron nyet, y terminó aún más lejos de la ciudad que antes. Está en su etapa de pintora, y la gente que pinta es toda color moho, como si los hubiesen arrastrado desde el fondo de un lago. Su última pintura era de ti recostado contra la puerta de entrada: tanto tu mala cara y esa mirada de tuve-una-jodida-niñez-tercermundista-y-todo-lo-que-saqué-fue-esto, eran reconocibles. Te puso un antebrazo enorme. Te dije que iba a poner los músculos. En las últimas semanas, ahora que llegó el calor, Alma abandonó el negro, empezó a ponerse esos ligeros vestiditos que parecen hechos de papel; no bastaría más que una ventisca para desvestirla. Dice que lo hace por ti: Estoy reclamando mi herencia Dominicana (lo que no es del todo incierto-hasta está aprendiendo español para poder lidiar con tu mamá), y cuando la ves por la calle, figureando, figureando, tú sabes exactamente lo que cada prieto que pasa está pensando. Todas las semanas se encontraban en las fiestas latinas del DownUnder en New Brunswick. Ella nunca iba a esas fiestas, la arrastraba su mejor amiga del bachillerato, Patricia, quien todavía escuchaba a TKA, y así fue que tuviste oportunidad de atacar mientras, como dicen tus panas, la popola estaba encendía.
Alma es flaca como un palo, tú un bloc adicto a los esteroides; Alma adora conducir, tú los libros; Alma tiene un Saturn (se lo compró su papá que es carpintero y que sólo habla Inglés en la casa), tú no tienes ni un punto en la licencia; Alma tiene las uñas demasiado sucias para cocinar, tu espagueti con pollo es el mejor del país. Son tan diferentes-voltea los ojos cada vez que pones las noticias y dice que no soporta la política. Ni siquiera se llama a sí misma Hispana. Se jacta con sus amigas diciendo que eres un “radical” y un verdadero Dominicano (aunque en el Índice del Plátano tú no ranqueas, y Alma es la tercera Latina con la que realmente has salido). Te jactas con tus panas de que ella tiene más discos que todos ellos juntos, que dice unas terribles vainas de blanquita cuando están singando. Es más audaz en la cama que otras muchachas que has tenido; en la primera cita te preguntó si querías venirte en sus tetas o en su cara, y tal vez durante tu entrenamiento de hombre no te llegó ese memo, pero le dijiste, como que, hmm, en ninguno. Y al menos una vez a la semana se arrodillaba en el colchón frente a ti y, con una mano tirando de sus oscuros pezones, se tocaba, y no te dejaba que la tocaras, los dedos cepillándole la semilla y su cara de desesperada y furiosa felicidad. Le encanta hablar cuando se pone de sucia, también, susurrar, Te gusta mirarme, verdad, te gusta oír cuando me vengo, y cuando se viene suelta un gemido largo y demoledor y sólo entonces te deja que la abraces mientras se limpia los dedos en tu pecho. Esa soy yo, te dice.
Sí—es uno de esos casos de opuestos que se atraen, del mejor sexo, de no pensar. ¡Es maravilloso! ¡Maravilloso! Hasta que en junio Alma descubre que también te estás tirando a una muchachita preciosa de primer año llamada Laxmi; descubre que te estás tirando a Laxmi porque ella, Alma, la novia, abre tu diario y lo lee. (Oh, ella tenía sus sospechas.) Te espera en el pórtico, y cuando llegas en su Saturn y ves tu diario en su mano se te cae el corazón como un gordo bandido en la trampa del verdugo. Te tomas tu tiempo apagando el carro. Te sobreviene una tristeza pelágica. Tristeza de ser atrapado, de la incontrovertible certeza de que nunca te perdonará. Miras fijamente sus piernas increíbles y entre ellas, a esa aún más increíble popola que has amado de manera tan inconstante estos últimos ocho meses. Sólo cuando empieza a aproximarse furiosa, decides salir. Bailas por el césped, impulsado por la última chispa de tu atroz sinvergüencería. Hey, muñeca, le dices, prevaricando hasta el final. Cuando empieza a gritar, le preguntas, Mi amor, ¿qué es lo que pasa? Te dice:
Mamagüebo
Punk motherfucker
Fake-ass Dominican.
Asegura:
Que lo tienes chiquito
Que no tienes pene
Y peor aún que te gusta la popola con curry.
(Lo que es realmente injusto, tratas de decirle, porque Laxmi es técnicamente de Guyana, pero Alma no te escucha.)
En lugar de bajar la cabeza y aguantar como un hombre, recoges el diario como si fuese un pañal de bebe cagado, como un condón recién explotado. Le das un vistazo a los pasajes ofensivos. Entonces la miras y sonríes una sonrisa que tu cara hipócrita recordará hasta el día que te mueras. Bebé, le dices, bebé, esto es parte de mi novela.
Así es como la pierdes.
martes, 19 de febrero de 2008
Donald Justice
A brithday candle
Thirty (twenty five) today, I saw
The trees flare briefly like
The candles on a cake,
As the sun went down the sky,
A momentary flash,
Yet there was time to wish .
Thirty (twenty five) today, I saw
The trees flare briefly like
The candles on a cake,
As the sun went down the sky,
A momentary flash,
Yet there was time to wish .
lunes, 18 de febrero de 2008
e. e. cummings
somewhere i have never travelled, gladly beyond
any experience,your eyes have their silence:
in your most frail gesture are things which enclose me,
or which i cannot touch because they are too near
your slightest look easily will unclose me
though i have closed myself as fingers,
you open always petal by petal myself as Spring opens
(touching skilfully,mysteriously) her first rose
or if your wish be to close me,i and
my life will shut very beautifully, suddenly,
as when the heart of this flower imagines
the snow carefully everywhere descending;
nothing which we are to perceive in this world equals
the power of your intense fragility: whose texture
compels me with the color of its countries,
rendering death and forever with each breathing
(i do not know what it is about you that closes
and opens; only something in me understands
the voice of your eyes is deeper than all roses)
nobody,not even the rain, has such small hands
any experience,your eyes have their silence:
in your most frail gesture are things which enclose me,
or which i cannot touch because they are too near
your slightest look easily will unclose me
though i have closed myself as fingers,
you open always petal by petal myself as Spring opens
(touching skilfully,mysteriously) her first rose
or if your wish be to close me,i and
my life will shut very beautifully, suddenly,
as when the heart of this flower imagines
the snow carefully everywhere descending;
nothing which we are to perceive in this world equals
the power of your intense fragility: whose texture
compels me with the color of its countries,
rendering death and forever with each breathing
(i do not know what it is about you that closes
and opens; only something in me understands
the voice of your eyes is deeper than all roses)
nobody,not even the rain, has such small hands
domingo, 17 de febrero de 2008
Pere Gimferrer
ODA A VENECIA ANTE EL MAR DE LOS TEATROS
Las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
García Lorca
Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos.
Con qué trajín se alza una cortina roja
o en esta embocadura de escenario vacío
suena un rumor de estatuas, hojas de lirio, alfanjes,
palomas que descienden y suavemente pósanse.
Componer con chalinas un ajedrez verdoso.
El moho en mi mejilla recuerda el tiempo ido
y una gota de plomo hierve en mi corazón.
Llevé la mano al pecho, y el reloj corrobora
la razón de las nubes y su velamen yerto.
Asciende una marea, rosas equilibristas
sobre el arco voltaico de la noche en Venecia
aquel año de mi adolescencia perdida,
mármol en la Dogana como observaba Pound
y la masa de un féretro en los densos canales.
Id más allá, muy lejos aún, hondo en la noche,
sobre el tapiz del Dux, sombras entretejidas,
príncipes o nereidas que el tiempo destruyó.
Qué pureza un desnudo o adolescente muerto
en las inmensas salas del recuerdo en penumbra.
¿Estuve aquí? ¿Habré de creer que éste he sido
y éste fue el sufrimiento que punzaba mi piel?
Qué frágil era entonces, y por qué. ¿Es más verdad,
copos que os diferís en el parque nevado,
el que hoy acoge así vuestro amor en el rostro
o aquel que allá en Venecia de belleza murió?
Las piedras vivas hablan de un recuerdo presente.
Como la vena insiste sus conductos de sangre,
va, viene y se remonta nuevamente al planeta
y así la vida expande en batán silencioso,
el pasado se afirma en mí a esta hora incierta.
Tanto he escrito, y entonces tanto escribí. No sé
si valía la pena o la vale. Tú, por quien
es más cierta mi vida, y vosotros, que oís
en mi verso otra esfera, sabréis su signo o arte.
Dilo, pues, o decidlo, y dulcemente acaso
mintáis a mi tristeza. Noche, noche en Venecia
va para cinco años, ¿cómo tan lejos? Soy
el que fui entonces, sé tensarme y ser herido
por lapura belleza como entonces, violín
que parte en dos el aire de una noche de estío
cuando el mundo no puede soportar su ansiedad
de ser bello. Lloraba yo, acodado al balcón
como en un mal poema romántico, y el aire
promovía disturbios de humo azul y alcanfor.
Bogaba en las alcobas, bajo el granito húmedo,
un arcángel o sauce o cisne o corcel de llama
que las potencias últimas enviaban a mi sueño.
Lloré, lloré, lloré.
¿Y cómo pudo ser tan hermoso y tan triste?
Agua y frío rubí, transparencia diabólica
grababan en mi carne un tatuaje de luz.
Helada noche, ardiente noche, noche mía
como si hoy la viviera! Es doloroso y dulce
haber dejado atrás la Venecia en que todos
para nuestro castigo fuimos adolescentes
y perseguirnos hoy por las salas vacías
en ronda de jinetes que disuelve un espejo
negando, con su doble, la realidad de este poema.
Las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
García Lorca
Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos.
Con qué trajín se alza una cortina roja
o en esta embocadura de escenario vacío
suena un rumor de estatuas, hojas de lirio, alfanjes,
palomas que descienden y suavemente pósanse.
Componer con chalinas un ajedrez verdoso.
El moho en mi mejilla recuerda el tiempo ido
y una gota de plomo hierve en mi corazón.
Llevé la mano al pecho, y el reloj corrobora
la razón de las nubes y su velamen yerto.
Asciende una marea, rosas equilibristas
sobre el arco voltaico de la noche en Venecia
aquel año de mi adolescencia perdida,
mármol en la Dogana como observaba Pound
y la masa de un féretro en los densos canales.
Id más allá, muy lejos aún, hondo en la noche,
sobre el tapiz del Dux, sombras entretejidas,
príncipes o nereidas que el tiempo destruyó.
Qué pureza un desnudo o adolescente muerto
en las inmensas salas del recuerdo en penumbra.
¿Estuve aquí? ¿Habré de creer que éste he sido
y éste fue el sufrimiento que punzaba mi piel?
Qué frágil era entonces, y por qué. ¿Es más verdad,
copos que os diferís en el parque nevado,
el que hoy acoge así vuestro amor en el rostro
o aquel que allá en Venecia de belleza murió?
Las piedras vivas hablan de un recuerdo presente.
Como la vena insiste sus conductos de sangre,
va, viene y se remonta nuevamente al planeta
y así la vida expande en batán silencioso,
el pasado se afirma en mí a esta hora incierta.
Tanto he escrito, y entonces tanto escribí. No sé
si valía la pena o la vale. Tú, por quien
es más cierta mi vida, y vosotros, que oís
en mi verso otra esfera, sabréis su signo o arte.
Dilo, pues, o decidlo, y dulcemente acaso
mintáis a mi tristeza. Noche, noche en Venecia
va para cinco años, ¿cómo tan lejos? Soy
el que fui entonces, sé tensarme y ser herido
por lapura belleza como entonces, violín
que parte en dos el aire de una noche de estío
cuando el mundo no puede soportar su ansiedad
de ser bello. Lloraba yo, acodado al balcón
como en un mal poema romántico, y el aire
promovía disturbios de humo azul y alcanfor.
Bogaba en las alcobas, bajo el granito húmedo,
un arcángel o sauce o cisne o corcel de llama
que las potencias últimas enviaban a mi sueño.
Lloré, lloré, lloré.
¿Y cómo pudo ser tan hermoso y tan triste?
Agua y frío rubí, transparencia diabólica
grababan en mi carne un tatuaje de luz.
Helada noche, ardiente noche, noche mía
como si hoy la viviera! Es doloroso y dulce
haber dejado atrás la Venecia en que todos
para nuestro castigo fuimos adolescentes
y perseguirnos hoy por las salas vacías
en ronda de jinetes que disuelve un espejo
negando, con su doble, la realidad de este poema.
sábado, 16 de febrero de 2008
Gerardo Deniz, Puntería
Homo?
...lumo! contesto, reflejando
omulrumano en el charol.
Baja el puente levadizo.
Entro,
subo,
me dirijo al grupo de cátaras guapas,
les señalo a Simón de Montfort (senior)
ajetreándose como un escorpión;
se me ve mimar la chiripa
(disparo, trayectoria, impacto).
Ellas taconean de gozo:
¡Como Legendre !
al pujar
poniendo ya pedrusco en catapulta
¡ como Laguerre
(parábola) !
blanco perfecto,
muelas, pelos, sesos, ojos
pese a las perturbaciones
de nuestros ene cuerpos
sobre tanto polinomio.
...lumo! contesto, reflejando
omulrumano en el charol.
Baja el puente levadizo.
Entro,
subo,
me dirijo al grupo de cátaras guapas,
les señalo a Simón de Montfort (senior)
ajetreándose como un escorpión;
se me ve mimar la chiripa
(disparo, trayectoria, impacto).
Ellas taconean de gozo:
¡Como Legendre !
al pujar
poniendo ya pedrusco en catapulta
¡ como Laguerre
(parábola) !
blanco perfecto,
muelas, pelos, sesos, ojos
pese a las perturbaciones
de nuestros ene cuerpos
sobre tanto polinomio.
viernes, 15 de febrero de 2008
Guilhem de Petieu
Haré un poema sobre absolutamente nada.
Haré un poema sobre nada:
no tratará de mí ni de ninguna otra gente;
no tratará de amor ni de juventud,
ni de ninguna otra cosa,
habrá sido compuesto mientras dormía,
sobre un caballo.
Ignoro la hora en que nací,
no estoy alegre ni triste
no soy huraño ni agradable,
y no puedo ser de otro modo,
pues así fui marcado por la noche
en la alta montaña.
Ignoro cuándo estoy dormido
y cuando estoy despierto, sino me lo dicen;
por poco no se me parte el corazón
por una pena amorosa;
no doy por todo, el precio de una hormiga,
¡por San Marcial!
Estoy enfermo y creo morirme;
no sé nada más que lo que oigo decir.
Buscaré médico según mi deseo,
pero no conozco ninguno que me valga;
será buen médico si me puede curar,
pero no lo será si empeoro.
Tengo amiga, no sé quién es:
nunca la vi, por mi fe,
ni hizo nada que me agradara o pesase
y no me preocupa:
nunca hubo abundancia
en mi casa.
Nunca la vi y la amo mucho;
nunca obtuve de ella favor, ni me ofendió;
cuando no la veo, poco me importa,
no lo precio un gallo:
pues sé de una más gentil y hermosa
y que vale más.
Ignoro dónde vive,
si es en montaña o en llano;
no digo lo injusta que me es,
sino que me callo;
me pesa que se quede aquí,
por eso me voy.
Ya he hecho el poema sobre nada;
lo enviaré a aquel
que por medio de otro la transmitirá
al Petieu,
para que mi dama me envíe la contrallave
de su estuche.
Haré un poema sobre nada:
no tratará de mí ni de ninguna otra gente;
no tratará de amor ni de juventud,
ni de ninguna otra cosa,
habrá sido compuesto mientras dormía,
sobre un caballo.
Ignoro la hora en que nací,
no estoy alegre ni triste
no soy huraño ni agradable,
y no puedo ser de otro modo,
pues así fui marcado por la noche
en la alta montaña.
Ignoro cuándo estoy dormido
y cuando estoy despierto, sino me lo dicen;
por poco no se me parte el corazón
por una pena amorosa;
no doy por todo, el precio de una hormiga,
¡por San Marcial!
Estoy enfermo y creo morirme;
no sé nada más que lo que oigo decir.
Buscaré médico según mi deseo,
pero no conozco ninguno que me valga;
será buen médico si me puede curar,
pero no lo será si empeoro.
Tengo amiga, no sé quién es:
nunca la vi, por mi fe,
ni hizo nada que me agradara o pesase
y no me preocupa:
nunca hubo abundancia
en mi casa.
Nunca la vi y la amo mucho;
nunca obtuve de ella favor, ni me ofendió;
cuando no la veo, poco me importa,
no lo precio un gallo:
pues sé de una más gentil y hermosa
y que vale más.
Ignoro dónde vive,
si es en montaña o en llano;
no digo lo injusta que me es,
sino que me callo;
me pesa que se quede aquí,
por eso me voy.
Ya he hecho el poema sobre nada;
lo enviaré a aquel
que por medio de otro la transmitirá
al Petieu,
para que mi dama me envíe la contrallave
de su estuche.
jueves, 14 de febrero de 2008
Rainer Maria Rilke
Retrato Interior
Lo que te hace, en mí, mantenerte
no son recuerdos que evoco;
y no eres mía tampoco
por un deseo bello y fuerte.
Lo que te hace en mí presente
es de una ternura lenta
la desviación ardiente
que en mi sangre figura.
No es necesario verte ante mi aparecer;
me ha bastado con nacer
para un poco menos perderte.
Y un post de hace mucho, mucho tiempo: te amo en todos (¿?) los idiomas.
Lo que te hace, en mí, mantenerte
no son recuerdos que evoco;
y no eres mía tampoco
por un deseo bello y fuerte.
Lo que te hace en mí presente
es de una ternura lenta
la desviación ardiente
que en mi sangre figura.
No es necesario verte ante mi aparecer;
me ha bastado con nacer
para un poco menos perderte.
Y un post de hace mucho, mucho tiempo: te amo en todos (¿?) los idiomas.
miércoles, 13 de febrero de 2008
Shakespeare, soneto 18
Shall I compare thee to a Summer's day?
Thou art more lovely and more temperate:
Rough winds do shake the darling buds of May,
And Summer's lease hath all too short a date:
Sometime too hot the eye of heaven shines,
And oft' is his gold complexion dimm'd;
And every fair from fair sometime declines,
By chance or nature's changing course untrimm'd:
But thy eternal Summer shall not fade
Nor lose possession of that fair thou owest;
Nor shall Death brag thou wanderest in his shade,
When in eternal lines to time thou growest:
So long as men can breathe, or eyes can see,
So long lives this, and this gives life to thee.
Thou art more lovely and more temperate:
Rough winds do shake the darling buds of May,
And Summer's lease hath all too short a date:
Sometime too hot the eye of heaven shines,
And oft' is his gold complexion dimm'd;
And every fair from fair sometime declines,
By chance or nature's changing course untrimm'd:
But thy eternal Summer shall not fade
Nor lose possession of that fair thou owest;
Nor shall Death brag thou wanderest in his shade,
When in eternal lines to time thou growest:
So long as men can breathe, or eyes can see,
So long lives this, and this gives life to thee.
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